Qué hilo1 tan fino, qué delgado2 junco3
—de acero fiel— nos une y nos separa
con España presente en el recuerdo,
con México presente en la esperanza. [...]
España que perdimos, no nos pierdas;
guárdanos en tu frente derrumbada,
conserva a tu costado4 el hueco5 vivo
de nuestra ausencia amarga
que un día volveremos, más veloces,
sobre la densa y poderosa espalda6
de este mar, con los brazos ondeantes
y el latido7 del mar en la garganta.
Y tú, México libre, pueblo abierto
al ágil viento y a la luz del alba8, [...]
Pero eres tú esta vez quien nos conquistas,
y para siempre, ¡oh vieja y nueva España!