Lita Cabellut es una de las artistas españolas más cotizadas1 del mundo, con una vida y obra únicas. Afincada2 en La Haya (Holanda) ha visitado Madrid recientemente para participar en un debate sobre «Mujeres excepcionales» organizado por la Fundación Microfinanzas BBVA. Pintora, situada en el top de los artistas mundiales, poeta, fotógrafa, con incursiones en la ópera, a Lita Cabellut le corre sangre gitana por las venas y en sus enormes cuadros, en sus retratos, descubre el alma de toda clase de personajes. Todo ello con sus texturas, con sus craquelados, donde luz y color son protagonistas. Cabellut (Sariñena, Huesca, 1961), no tuvo una infancia fácil y tras ser abandonada por su madre y perder a su abuela, a los 10 años, conoció el orfanato3 y la calle. Fue adoptada por una familia catalana y una visita al Museo del Prado, a los 13 años le dictó el rumbo4 de su vida. Allí, cuando observaba «Las tres gracias» de Rubens, lo tuvo claro. Pidió tomar clases de pintura, y hasta hoy.
- Su obra representa mucho la condición humana, a gente que no tiene voz, también a las gitanas. Hábleme de la visibilidad de las mujeres gitanas. ¿Qué le parece su situación teniendo también parte de sangre gitana por sus venas?
- Tremenda, porque en el pueblo gitano hay toda una generación con hambre de crecer, de estudiar. Con hambre de liberarse de las tradiciones que les impide formarse como mujer. En el pueblo gitano hay dos grupos, el tradicional y el que defiende estos derechos y que apoya a su nueva generación, que quieren que sus hijos tengan esa oportunidad. Y es algo que va a costar tiempo a las asociaciones de mujeres gitanas que están en primera fila en esta batalla. Representan la liberación de la mujer y la liberación de un sistema que impide su educación. La educación es lo que nos hace crecer, la que nos da forma y visibilidad. Sin la educación y formación nos extinguimos porque no destacamos y el pueblo gitano tiene mucha magia, mucho arte, mucha inteligencia y eso cada vez está saliendo más. El otro día estuve en una mesa redonda y había una estudiante de ciencias y le preguntaban: «oye, ¿tu apellido no es gitano?, ¿y te apoyaron tus padres?, ¿te permitieron que estudiases?», y dijo: «si, mis padres me apoyan», y lo decía con orgullo. Eso es muy importante para la visibilidad de esta gente joven, que lo vean también otros padres. Es complicado, porque aprendemos muy lento y al ser humano los cambios nos dan mucho miedo. Tenemos que hacerlo paso a paso. Lo estamos haciendo muy bien, pero el proceso es lento.