Rafa está con sus amigos en el bar sevillano. Están alrededor del bolso que Amaia ha olvidado antes de volverse al País Vasco.
Rafa: Quiero llevárselo.
Curro: ¿A quién? ¿A la policía?
Rafa: No, a ella.
Curro: Pero ¿tú no me habías dicho que esa criatura estaba ya en su pueblo?
Rafa: Claro… pues allí.
Curro: ¡¿Pero tú estás mal de la cabeza?!
Rafa: Es que me he enamorado.
Joaquín: ¡¿Cómo te vas a enamorar de una vasca?!
Curro: ¡Tú no te has enamorado en tu vida, Rafael!
Rafa: Vosotros no lo podéis entender, pero sé que entre ella y yo se ha quedado una historia a medias... [...]
Pedro: No se te ocurra ir en coche, hice la mili en Irún y me rayaron el coche cuatro o cinco veces. A los vascos les encanta, vamos... Que es típico de allí.
Rafa: No, no, a ver, creo que las cosas están más tranquilas ahora…
Joaquín: ¡Míralo! Otro que se cree lo de «la traigo a trampa»!
Curro: Los vascos no pueden vernos a los andaluces ni en pintura. Eso es lo que se les enseñan en las ikastolas esas, eso y cómo hacer cócteles molotov...
Joaquín: Dos días Rafa, tómate dos días y se te olvida, hombre...
Rafa: Eso es. Dos días es lo que me hace falta para traer a la chica aquí en Sevilla.
Emilio Martínez Lázaro
Ocho apellidos vascos, 2014.