El medallero paralímpico no solo mide los
éxitos deportivos, sino que también ofrece
una ventana hacia el estado de la inclusión
social de las personas con discapacidad.
España, con su 16ª posición, está lejos de
las glorias de Barcelona 1992, donde fue
anfitriona y alcanzó la cuarta posición, pero
los resultados actuales son testimonio de un
país que ha avanzado en su política deportiva paralímpica.
Aun así, queda mucho por hacer. Los atletas paralímpicos son un ejemplo inspirador
de lo que las personas con discapacidad
pueden lograr cuando se les brindan las
oportunidades y los recursos necesarios.
Sin embargo, fuera de los focos y lejos
de los estadios, la realidad de las personas
con discapacidad en España sigue presentando desafíos. La reforma del artículo 49
de la Constitución, que reconoce por fin
los derechos de este colectivo, es un paso
importante, pero no suficiente. Las comunidades autónomas, responsables en gran
medida de la atención a estas personas,
deben mejorar sus políticas, muchas de las
cuales han sufrido recortes presupuestarios
en los últimos años.