Los abuelos resguardaron nuestra
lengua,
decidieron no hablarnos más en
purépecha1;
pero la lengua no sólo es palabra.
Quedó atrapada entre los
caminos
que recorren la sierra.
En el perfume y color de las
flores,
entre las hierbas del campo y la
hicieron
medicina acompañada de
palabras
que curan.
En la música que retrata lo que
somos
y en los sabores de nuestra gastronomía.
En la profundidad del lago, ahí está
nuestra lengua.
Algunas fueron escondidas entre cenizas
del fogón de nuestras abuelas.
La lengua, sonido que vuela con la intensidad
del viento, cae, nombra mi entorno y vuelve
a brotar en mi pueblo.
1. lengua indígena de México