El Cid es desterrado por el rey Alfonso VI y tiene que salir del reino con su hueste.
[...] Era dificil olvidar a esa niña. Tenía unos
nueve años y había salido cuando golpeaban la
puerta con los pomos de las espadas. La casa,
como todas por el camino, estaba cerrada al
paso de la hueste, pues precedían a ésta heraldos
reales1 con la prohibición, bajo pena de vida,
de socorrer a los destertados. Pero los hombres
estaban hartos y decidieron no dar un paso más
sin comida ni vino, de grado o por violencia.
Los vecinos de Covarrubias se habían encerrado
en sus casas, asustados y sin querer abrir. y la
rropa decidió tomar por asalto la que parecía
más tica. El propio Ruiz Diaz, exasperado como
rodos, estaba dispuesto a tolerarlo.
Fue entonces cuando ocurrió lo de la niña.
[...]
La familia estaba detrás, aterrorizada: padre,
madre, hermanos y sirvientes. Quizá la niña
fue empujada a salir o tal vez lo hizo por propia iniciativa, pero apareció en el umbral2 para
enfrentarse a los hombres barbudos y cubiertos
de hierro que allí se agrupaban. Era trigueña3, con
ojos claros y el pelo recogido bajo una cofia. Con
más curiosidad que miedo observé los rostros
duros y feroces cual si4 buscara en ellos al jefe; y como todas las miradas convergían en Ruy Díaz,
ella acabó mirándolo también, al itituit quién era.
«El rey nos matará, señor.
Eso dijo. Su voz era frágil como el cristal. En torno se había hecho un silencio
espeso, de aceite.
«Os lo ruego. Seguid vuestro camino y que Dios os guarde.
Su inocencia sonaba tan desvalida5 que aquellos guerreros cubiertos de cicatrices, hechos a saquear, violar y degollar6, se miraron incómodos.
«Por piedad, señor.»
Desde su caballo, Ruy Díaz había contemplado a la nitia mientras una extraña
picazón le subía del pecho a la garganta. Le recordaba a sus hijas. No volvió la
vista a sus hombres, pero sabía que todos estaban pendientes de él. Una palabra
y la casa sería cenizas7.
Pero no dijo una palabra, sino dos. Roncas8 y secas.
«En marcha.»
Y sin una protesta ni un mal gesto, disciplinados detrás de su jefe, noventa y
siete hombres montaron a caballo y siguieron despacio su camino.
1. des messagers du roi
2. le seuil
3. trigueña = rubia
4. cual si = como si
5. vulnérable
6. égorger
7. cendres
8. rauques