El narrador, un joven que veranea con su madre
en un hotel de un pueblecillo de la costa de Málaga,
descubre junto a Ramón el día a día de los pescadores
y su vínculo con el mar.
Al atardecer, cuando los últimos bañistas volvían al hotel, Ramón aparejaba la barca y aproaba
hacia los farallones1. […] Ramón había vivido
en el mar desde niño y conocía la costa palmo
a palmo.2 Llegado al caladero, sacaba los cordeles del talamete3
y me pasaba los remos a mí.
Era el momento de largar el palangre4
, ciando
lentamente5
para que el cordel no se enredara.
Cuando las piedras tocaban al fondo y los
corchos6 reaparecían en la superficie, Ramón
bogaba hacia la caleta y, aguardando la hora de
cobrar, aliñábamos el tiempo charlando, entre
cigarrillo y cigarrillo.
Los días que el mar estaba picado y no podíamos salir de pesquera,
Ramón cogía el rastrillo e íbamos a marisquear por la playa. A veces,
mi madre preguntaba por qué volvía tan tarde, qué hacía durante todo
aquel tiempo. No había medio de meterle en la cabeza que en el mar
uno no tiene un minuto para aburrirse. Siempre hay que coser una red,
achicar el agua7
de un bote […]. Se lo había dicho cuarenta veces, con la
esperanza de convencerla, pero mis explicaciones eran siempre inútiles.
Madre se cerraba de cal y canto y, como de costumbre, rompía a hablar
de los clientes del hotel: ¿por qué no ligaba amistad con ellos, en lugar de
alternar con los pescadores? […] Al fin, cansado de soportar sus fantasías,
escampaba e iba a buscar a Ramón al café.
1. il mettait le cap sur les falaises
2. sur le bout des doigts
3. il sortait les lignes
du coffre de proue
4. larguer la palangre (ligne de pêche munie d'hameçons)
5. en ramant lentement vers l'arrière
6. les bouchons
7. écoper l'eau