Estamos en un barrio del centro de Madrid. Su nombre no importa,
porque podría ser cualquiera entre unos pocos barrios antiguos, con zonas
venerables, otras más bien vetustas. Este no tiene muchos monumentos
pero es de los bonitos, porque está vivo.
Mi barrio tiene calles irregulares. Las
hay amplias, con árboles frondosos que
sombrean los balcones de los pisos bajos,
aunque abundan más las estrechas.
[...] Las plazas son bastantes, no muy
grandes. Cada una tiene su iglesia y su
estatua en el centro, figuras de héroes o
de santos, y sus bancos, sus columpios1 [...].
Pero lo más valioso de este paisaje son
las figuras, sus vecinos, tan dispares y
variopintos tan ordenados o caóticos
como las casas que habitan. Muchos
de ellos han vivido siempre aquí, en
las casas buenas, con conserje, ascensor y portal de mármol2, que se alinean
en las calles anchas y en algunas estrechas, o en edificios más
modestos con un simple chiscón3 para el portero al lado de la puerta o ni
siquiera eso. En este barrio siempre han convivido los portales de mármol
y las paredes de yeso4, los ricos y los pobres.
1. ses balançoires
2. en marbre
3. une guérite
4. en plâtre